La muestra propone un diálogo íntimo entre fotógrafo y retratado, donde cada mirada se convierte en un puente entre dos universos. Albert detalla cómo consigue esa conexión: “A veces es con la ausencia de la palabra. El gesto, la sonrisa, la mirada, van más allá de la palabra. Hay que vivirlo para poder sentirlo como lo siento yo”. Entre las experiencias que comparte, destaca la sesión con una joven que había superado la quimioterapia: “Hay una fotografía en la que la mano del marido le coge la cabeza, prácticamente rapada, y le dice: ‘No te preocupes, cariño, que esto lo vamos a superar’. Son momentos verdaderamente tensos”.
Además de su obra como fotógrafo, Albert ha sido fundador de la Asociación Fotográfica de Elda, docente y jurado en certámenes nacionales e internacionales. Sobre la enseñanza, comenta: “No soy capaz de enseñar nada, pero lo que tengo dentro con ilusión lo transmito. El que ha querido aprender, tiene mi poquito que sé a disposición”. Con su mirada cercana y sensible, Albert ha consolidado un estilo que privilegia la autenticidad y la emoción de cada retrato por encima de la técnica o la perfección.
Albert, que se mantiene activo a sus 75 años, también ha vivido la transición de la fotografía analógica a la digital con naturalidad: “Actualmente no hago fotografía química. Todo lo digital me permite seguir incrementando la obra”. Su recomendación para los visitantes de la exposición es clara: “Que se fijen en los ojos, en la expresión, en el atuendo; que fantaseen y busquen una historia, o simplemente que vean la belleza de las fotografías”. Con Miradas que Conectan, el fotógrafo eldense invita a sumergirse en un viaje visual donde la emoción y la autenticidad son protagonistas.